Cuando el amor es eterno (Spanish Edition) by Caroline Mickelson

Cuando el amor es eterno (Spanish Edition) by Caroline Mickelson

autor:Caroline Mickelson
La lengua: spa
Format: mobi
editor: Bon Accord Press
publicado: 2015-08-13T21:00:00+00:00


Capítulo nueve

Una vez que tomó la decisión sobre el vestido, Ava se sorprendió al ver lo rápido que se acomodó todo lo demás. Fue de inmensa ayuda que Mateo tuviera un contacto en su familia para cada cosa que necesitaban. La mejor amiga de su prima tenía una florería y fue muy amable al ayudar a Ava a elegir un ramo simple, pero elegante, de rosas color crema y lavanda. Otra prima, que era mamá y ama de casa, tenía un pequeño negocio de tortas de boda. Ava no podía imaginar cómo hacía para crear esas tortas tan maravillosas mientras andaba detrás de bebés gemelos. Pero la muestra que degustaron era exquisita, y los diseños eran casi demasiado elegantes como para comerlos. Un cuñado de un primo, que era ministro ordenado, había aceptado oficiar la ceremonia. La música para la ceremonia y para la recepción también estaba en manos de la familia Ortega, según le aseguró Mateo. Por lo tanto, Ava se dio cuenta de que no quedaba nada más por que preocuparse, excepto encontrar el modo de convencer a Mateo de que ella quería y podía pagar la mitad de los gastos.

—Teniendo en cuenta que es mi boda, creo que es justo que yo pague la mitad de la cuenta— explicó Ava. Acababan de reunirse con un fotógrafo, también amigo de la familia Ortega, quien les había asegurado que le encantaría plasmar para la posteridad ese día tan feliz para ellos. Ese comentario los hizo sentir muy incómodos pero, como guardianes de un secreto compartido, le agradecieron por su voluntad de incorporarlos a su apretada agenda. Ava sacó los anteojos de sol de la cartera y miró a Mateo.

—También es mi boda —replicó Mateo, con una sonrisa apenas desafiante y bastante encantadora.

A pesar de que estaban cerca del auto de él en un estacionamiento público, Ava sintió de pronto que estaban solos en el mundo. Su prometido ejercía cada vez más ese efecto en ella, algo que la determinaba a permanecer independiente. Sería demasiado fácil perderse en el mundo de Mateo. En Mateo mismo. Se obligó a concentrarse en el tema en discusión.

—Ese no es un argumento ganador, Mateo.

La sonrisa de él era amable.

—Ava, respeto totalmente lo mucho que has logrado. Pero esto no se trata de dinero. Sé que puedes pagar los gastos, pero ambos sabemos que esta no es una situación normal. —Se apoyó contra el auto—. Toda esta boda es un favor para mí, para mi familia, y ya has dado más que suficiente. No hay manera de que acepte tu dinero. Esa es mi última palabra.

Ava levantó las cejas. Mateo la miró con expresión avergonzada.

—Bueno, está bien, supongo que esa no es una manera respetuosa de dirigirse un marido a su mujer, ¿no? Permíteme reformularlo: ¿podrías, por favor, estar de acuerdo en que lo más apropiado sería que yo financiara toda la operación? —La tomó de la mano y la atrajo hacia él—. ¿Te parece bien?

Ella solo pudo asentir. No confiaba en que su voz no delatara su deseo por él.



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